18 diciembre 2017

Para K.


Pequeño ángel, en tu mirada puedo encontrar la paz de un atardecer
Mis manos te envuelven y percibo cada milímetro de la suavidad de tu piel
cierras los ojos y te aferras a mi, mientras me susurras que me acomode suavemente en ti
Trato de seguir a tu ritmo y llegar contigo al edén
Tu sencillez de niña despierta en mi el sentimiento mas sublime
Tu pasión de mujer motiva mi deseo de poseerte 
Te has alojado en mis pensamientos 
y has despertado en mi el deseo casi perdido de describir cada cosa 
plasmarlo en retazos de papel 
Eres tan perfecta que no puedes ser solo mía.

De la soledad y otros demonios: 2.Dulce Veneno

Para S.

Aquella madrugada había sido precedida por una decena de madrugadas similares, despertar de sobresalto a las cuatro de la madrugada, agitado y sudando frío; con pensamientos que le impedían retomar el sueño y recobrar energías. Mi mente había sido tomada por asalto y no había solución aparente. El colegio, los amigos, la familia; todo lo sabia sobrellevar, en todo eso ya tenia experiencia, lo que me jodió fue su primera ruptura sentimental, no sabia como reponerse, extrañaba los ratos que perdía en conversaciones vanales, el lenguaje cifrado que habían ideado para hablar frente a otras personas, tu piel tibia y sudorosa que me había acompañado hasta hace poco tiempo. Todo aquello se me revolvía en la cabeza, me hacia perder el sueño y la concentración. Estaba perturbado.
Ya de mañana, después desayunar supe que no iría al colegio, aquella mañana tenia que buscar a una voz amiga que me ayude a olvidar toda aquella vorágine de romance y lujuria.
Llegue como a las nueve al policlínico, pague por una consulta, sabia que me tomaría la mañana entera pues ya había mucha gente esperando desde muy temprano; en su mayoría infantes con sus madres y señoras de mediana edad - no hay remedio - pensé; esperaba compensar el tiempo leyendo algunos libros que llevaba en la mochila.
Ya a media mañana, me percato ingresar a la sala una joven, delgada y pálida, en su rostro se reflejaba la paz de una mañana de invierno y en su andar sus cabellos sueltos al viento brillaban como el agua de un riachuelo suele brillar a la luz de la luna.Te vi sentarte muy próxima, entonces un conjunto de sensaciones; entre tu mirada melancólica y aquella imagen de fragilidad que proyectabas, tan solo deseaba tener una oportunidad de poder hablarle a solas, sin importarle que jamas nunca antes la halla visto, sin importarle que le tomases como un tonto desesperado.
Entonces mientras de a pocos se acercaba, tomando como pretexto el interés vano por los afiches pegados en la pared, iba ideando la conversación perfecta, alguna que busque una sonrisa, alguna que inspire confianza. Sin embargo los nervios me traicionaban y a pesar de todo el análisis previo, balbuce un - ¿tienes hora?- recibiendo una negación como respuesta ...

12 agosto 2010

Una tarde en la biblioteca

I.

Ninfa de piel canela,
aquella adolescencia que evoca tu sensualidad,
en tu risa agraciada,
mientras tu silueta esbelta atraviesa la sala,
y en tu andar ligero
vas dejando atrás un séquito miradas extraviadas
y decenas de textos perdidos

Solo me vasto verte de perfil,
solo me vasto verte recogerte el cabello,
solo los dioses sabran comprender
el poder con el que perturba tu andar.

II.

Te diría una y mil veces que te amo
dormiría enredado entre tus cabellos
y al amanecer despertaría deseando vivir del claro reflejo de tus ojos.

Aprendería de memoria tus deseos mas oscuros
y los escribiría uno a uno en tus recuerdos,
caería rendido a tus pies,
me levantaría y seguiría deseando conocerte una vez mas.

Pero el sueño se desvanecerá cuando
al final de este verso,
levante la mirada y entienda que no estas.


19 marzo 2010

De la soledad y otros demonios: 1. El sentido de las cosas

No hay como contar una historia, y que mejor que la propia historia, más aun si la realidad por ratos se confunde con la ficción; una fantasía muchas veces deseada, la salvedad de contar un relato elegido intencionalmente o simplemente por el deseo primario de exorcizar los propios demonios.
La mía no se cuando comenzó, solo recuerdo vagamente que estuve allí y luego ya no estuve.
Los días en la escuela carecían de sentido, el discurso repetido de los profesores, las clases improvisadas, las travesuras diarias, de a pocos el colegio empezó a parecer más y más pequeño para nuestras fechorías.
En casa nadie esperaba, no había ningún apuro. Mi madre cerraba su pequeño quiosco de madera pasada la medianoche, desde muy temprano siempre habían clientes dispuestos a ahogar sus penas con cualquier licor que los hicieran perder la conciencia, sin importarles terminar el día siguiente sobre cualquier sucia vereda, al lado de algún poste que despidiera aún el olor que los canes suelen dejar. A mi padre nunca lo conocí, y nunca se hablo de él en casa, siempre creí que debiera ser mejor así.
En la escuela no era habitual esperar a la hora de salida, planeábamos escapar al menor descuido del auxiliar, algunas veces era en el momento de la llegada de mercadería al quiosco de la escuela, otras veces pagábamos al portero algunos centavos, no había mucha negociación, no había mucho espectáculo, un sol por cabeza y ya estábamos fuera, otra veces simplemente no íbamos. De las inasistencias, todo estaba organizado, pues comprábamos otro cuaderno de control de asistencias y lo teníamos siempre al día con los sellos falsificados que mandábamos a hacer. En casa; a los ojos de mi madre, yo era un alumno puntual que ni siquiera imaginaba llegar tarde a clases. No quería imaginar que mi madre llegara a encontrar algún día el control original, que entre gritos, insultos y golpes no sabría cual sería mi castigo final.
En el colegio pasaba inadvertido, simplemente como un alumno mediocre, con faltas menores en comparación con los mas avezados, quienes habían tomado el colegio como su mercado, a donde iban a ganar unos cuantos soles vendiendo marihuana y robando todo aquello que algún desprevenido osase dejar sobre la carpeta.
Ya fuera del colegio todo tomaba un extraño sentido, reunidos en grupos de a veinte merodeábamos las calles cercanas al colegio de mujeres cercano al nuestro, debíamos prevalecer en el lugar, pues así podríamos afanarlas con tranquilidad; sin ser interrumpidos por algún desubicado que no sea de los nuestros, y poder planear con tranquilidad algunas peras, algunas veces a la playa, otras veces a discotecas que para esas ocasiones atendían desde la mañana y a puertas cerradas.
Era el momento propicio de gastar el dinero que obteníamos despojando de carteras, mochilas y billeteras, en cigarros y tragos de dudosa elaboración, que conjugados con euforia colectiva de la música nos iba abstrayendo y nos iba separando en parejas; de las cuales algunos si apenas se conocían hacia cuestión de minutos, y se iban alejando hacia algún rincón oscuro y alejado de la masa de gente, algunas veces en los baños, otras veces; si cabía el pudor, a algún hostal cercano y en una habitación de 5 o 7 soles, y sobre un colchón apenas menos incomodo que el reducido espacio de los baños de aquellos antros, nos sumergíamos en una pasajera ilusión, mientras susurraba promesas imposibles al odio de mis fugaces amantes. Pero en todo este tiempo nunca entendí como es que no pude entablar una relación duradera, y tampoco supe cómo no llegue a embarazar a alguna de ellas.
Entonces todo seguía igual, los días se parecían más unos a otros, y yo seguía sin darle sentido a mi vida. Los años pasaron y cada vez era más evidente mi apatía general, ya pronto el colegio dejo de ser una alternativa en que ocupar mi tiempo. Pasaba las mañanas durmiendo, recuperando fuerzas para lo que haría más tarde, por las tardes parado en una esquina de la cuadra de mi barrio, prestando atención por si se presentase algún desprevenido transeúnte que me sacara de misio, la situación se repetía cada vez más frecuentemente, muchas veces envalentonado por los efectos de un porrito de marihuana, me hacía perder el remordimiento remanente.
Mi madre en casa me prometía; bajo gritos, insultos y golpes, que pronto todo iba a cambiar, que nos iríamos a vivir muy lejos de la ciudad, de ahi, de mis malas compañías, y que entonces yo también tendría que dejar esos malos habitos.
Y todo cambio, pero no como mi madre lo había prometido. Ella enfermo, un ente maligno la carcomía por dentro, se iba instalando progresivamente en sus entrañas. Entonces quise recuperar el tiempo, tomar las riendas del quiosco, juntar dinero y costear el tratamiento de mi madre. Pero los malos hábitos volvieron, las malas compañías no faltaban, yo puse como escusa mi depresión desbordante y me deje llevar. Recaí en alcohol, marihuana pero nada cubría el vacio que llevaba por dentro, continúe con todo tipo de alucinógeno que se presentara a mi paso.
Dentro del universo paralelo en el cual estaba sumergido no pude llevar cuenta del estado de mi madre. Supe que los vecinos la vieron en sus últimos días de vida, yo proseguí en mi camino hacia ningún lado, perdí cuenta del tiempo, de las personas que se movían a mí alrededor, del anochecer y el amanecer, fui parte inmóvil del escenario donde había crecido y vivido toda mi vida.
Y hoy mientras recorro las calles de mi barrio, solo veo recibir miradas de compasión, pues todos creen que eh perdido la razón; sin embargo, ellos no entienden que la razón esta de mi lado, que ahora todo tiene sentido. Pues el sentido de mi vida fue que siempre debí estar solo.

31 enero 2010

Al maestro con cariño

Maestro, te escribo estas lineas banales,
en tu memoria y en la que vive presente en tus versos,
se que nunca me conociste, se que nunca te conoceré,
que nuestro tiempos fueron diferentes, nuestros lugares distantes,
pero tu legado trasciende el inexorable pasar del tiempo,
como tu lo creaste, escribiste y lo cantaste
"canto que a sido valiente siempre sera canción nueva".

Maestro, ahí donde estés, si es que estas,
estarás al lado de tu dios, ese que jamas comprendí,
y leeras paciente estos parrafos sin sentido,
déjame estrechar tu mano
y agradecerte por permitirme conocer que se puede soñar,
y entender que el hombre no cabe en el molde del 'statu quo',
hasta siempre maestro.



Yo no canto por cantar ni por tener buena voz,
canto porque la guitarra tiene sentido y razón.  

Tiene corazón de tierra y alas de palomita, 
es como el agua bendita santigua glorias y penas.  

Aquí se encajó mi canto como dijera Violeta 
guitarra trabajadora con olor a primavera.  

Que no es guitarra de ricos ni cosa que se parezca 
mi canto es de los andamios para alcanzar las estrellas, 
que el canto tiene sentido cuando palpita en las venas 
del que morirá cantando las verdades verdaderas, 
no las lisonjas fugaces ni las famas extranjeras 
sino el canto de una lonja hasta el fondo de la tierra.  

Ahí donde llega todo y donde todo comienza 
canto que ha sido valiente siempre será canción nueva.

25 diciembre 2009

Alucinaciones Gripales

Tal vez sea producto de la calentura gripal,

Tal vez las pastillas en si no surtieron el efecto deseado y la fiebre me ha arrastrado a este teclado a vomitar veinte versos furiosos,

Tal vez debí salir a caminar sin importarme que el viento golpee mi rostro casi anestesiado por el malestar viral, no necesariamente con mis padres a visitar a mis tías, pues luego me hubiera visto supeditado a soportar las conversaciones vánales de mis primos,

Tal vez tan solo debí salir a caminar, visitar a algún amigo de la infancia, conversar sobre las viejas amistades, saber como transcurrieron sus días,

Tal vez debí salir en busca de tu regalo, aquel que lo tengo en mente desde hace semanas y siempre encuentro una buena escusa para postergar entregártelo, pero el cual te mereces, te mereces mucho mas angelito.